Sobre mi
Este sueño tiene nombre propio y raíces profundas.
Mi madre, Rosario, me transmitió, casi sin saberlo, el valor de las joyas que guardan historia, quien me enseñó a apreciarlas y a entender su significado; y mi padre, Bernardo, quien me inculcó el respeto por el trabajo bien hecho y la importancia de marcar las fechas más señaladas con un detalle inolvidable. Gracias a ellos, la Cruz Mallorquina no fue solo un adorno en mi infancia, sino un símbolo presente en cada etapa de mi vida.
Desde pequeña, cada acontecimiento importante venía acompañado: colgantes de distintos tamaños, pulseras, cadenas de bolo con cierre bauleta, piezas en plata y en oro. Todas ellas formaron un pequeño legado personal que me ayudó a comprender que estas joyas no solo se llevan, sino que se sienten y se recuerdan.

Mi primer diseño nació de un gesto sencillo, casi improvisado: curvar una cruz y soldarla a una alianza de oro. Fue un apaño, una solución intuitiva, que he querido mejorar, pulir y convertir en una pieza pensada con intención y técnica. De ahí nacen las sortijas que hoy ofrezco, con un sistema que permite adaptarlas a diferentes tallas de dedo, manteniendo la esencia artesanal y el respeto por una tradición que sigue viva, evolucionando con cada nuevo diseño.
Con el tiempo, descubrí la pasión que despierta esta cruz y lo poco conocida que es fuera de su origen, a pesar de su belleza y de la fuerza simbólica que encierra. Hoy siento que estoy preparada para mostrarla al mundo: para mí, es una forma de honrar a mi padre y a mi madre, y de disfrutar profundamente de un trabajo hecho con respeto, cuidado y verdad.